El conflicto domina la vida, a través de diálogos sobre las éticas, creencias, constructos socio-económicos y más. Sin embargo, un aspecto menos discutido de nuestra existencia, es nuestra realidad en general. Casi todos estamos en acuerdo de que lo que tocamos, olemos e interactuamos con físicamente compone el mundo real. 

De todos modos, una serie de fenómenos extraños e inexplicables han empezado a acumularse entre nuestro mundo. Ya sean relatos de testigos presenciales, experiencias personales o fenómenos documentados, la idea de que nuestra propia realidad es una simulación computarizada se ha incrementado  en los últimos años. Tales sentimientos han sido consolidados como creencias, insinuando de que ciertos aspectos de nuestro mundo parece idéntico a lo que podríamos identificar como un constructo artificial. Estas creencias se han fusionado a lo que se conoce como “la teoría de simulación”.

Elaborado por escritor de tecnología Mike Thomas, “Desde que llegó  a la conciencia popular, muchos han notado que la teoría simulación es esencialmente una rama de la historia de la ‘Alegoría de la caverna’ de Platón del libro del filósofo griego antiguo ‘La República’, y la hipótesis del demonio malvado de René Descartes de la ‘Primera meditación’ del filósofo y científico francés. Ambas contienen rumias sobre la percepción y la naturaleza del ser – temas que rompe cabezas y provoca continuamente”.

AUDREY KENYON / EL NEXO DIARIO

Sin uniforme, la iteración de la teoría de simulación más popular dicta la idea que la humanidad es simplemente hebras de código en un programa de computación grandioso y desconocido la cual invisiblemente dicta nuestras vidas. Aún más curioso, el genio detrás de nuestra existencia artificial tal vez no sea lo que la humanidad usualmente identifica como “Dios”. En vez de una antigua figura sabia o entidad cósmica desconocida, nuestra propia existencia puede ser determinada por un escuincle. El profesor de filosofía de la universidad de Nueva York David Chalmers describe el poder superior por ser responsable de esta simulación hiperrealista como un “programador del próximo universo,” tal vez uno a quien de alguna manera consideramos como un dios – aunque no necesariamente en el contexto tradicional. 

“[Ellos] pueden ser solamente un adolescente,” Chalmers dijo, “pirateríando en una computadora y corriendo cinco universos en el fondo … Pero tal vez es alguien quien es sin embargo, omnisciente, que lo sabe todo y todopoderoso sobre nuestro mundo.”

La idea de que nuestras vidas podrían ser un sórdido subproducto de la codificación de un adolescente curioso parece inducir una sensación de nihilismo existencial. ¿Para que superar las expectativas si la totalidad de tu obra de vida permanece ser un simple artificio de código en el gran diseño de alguien más? Como escribe Fouad Khan de Scientific American, las vidas que mandamos puede ser medio de placeres que nuestro patrón o patrones, usan para su estimulación audiovisual. 

“Ahí lo tienes. La más simple explicación por la existencia de la conciencia es que es una experiencia creada para nuestros cuerpos, pero no para nosotros. Somos máquinas generadoras de qualia,” Khan dijo. “Como personajes de Grand Theft Auto, existimos para crear medios audiovisuales integrados. También, como los personajes de Grand Theft Auto, nuestro producto es tal vez para el beneficio de alguien experimentando nuestra vida tras nosotros mismos.” 

La qualia es en esencia, un término general que describe cómo los humanos físicamente, mentalmente y emocionalmente perciben el mundo que los rodea. Si de hecho nuestras experiencias no son más que el subproducto de una maquinación incomprensible, sería necesario replicar ciertas cualidades, como el gusto, el olfato o la emoción.

Sin importar si cada uno de nuestros movimientos sean dictados para el beneficio de alguien más, todavía descansaremos esta noche y despertar mañana para  ir a clase o al trabajo. Todavía comeremos, respiraremos, interactuemos con otros y realizaremos todas las necesidades esperadas de un ser humano socialmente integrado. Nuestros sentidos, nuestra vista, olfato, tacto y cómo interactúan con el mundo a nuestro alrededor, provee un sentido de realidad suficiente para persistir. 

Las implicaciones de la gran posibilidad de que la vida sea  un trabajo de computación cuántica y digitalización puede ser simplemente, reconocer y seguir adelante. Scientific American lo dice mejor: “Y, sin embargo, esta impotencia absoluta, este engaño perfecto no nos ofrece ninguna salida en su revelación. Todo lo que podemos hacer es llegar a un acuerdo con la realidad de la simulación y hacer lo que podamos. Aquí en la tierra. En esta vida.”

 

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