Blake Allen / Daily Nexus 

Cuando escuché por primera vez que Pixar anunció la salida de una nueva película centrada alrededor de una niña china-canadiense, pensé que sería un logro para la representación asiática en los medios. 

Debo admitir, fue difícil ocultar mi decepción después de descubrir que, de nuevo, la PDC (protagonista de color, como a mi gusta llamarlo) se transforma en otra entidad no humana durante una porcion significativa en su tiempo de aparicion en pantalla. ¿Por que Hollywood está obsesionado en convertir a personas de color en animales? 

Deberíamos celebrar “Turning Red.” Dirigida por Domee Shi, quien es destacada por su dirección en el cortometraje alegórico “Bao,” esta película sobresale como el primer largometraje de Pixar con una protagonista asiática. 

La inclusión de la construcción de un mundo centrado en Asia en películas animadas a lo largo de las últimas décadas es alentador. Sin embargo, dudo en celebrar estos hitos. Dichas victorias debieron haber pasado desde hace mucho tiempo – ¿entonces porque ha pasado tanto tiempo? 

Quienes trabajan incansablemente para traer a estos personajes a la vida merecen ser reconocidos. La presencia de la representación para comunidades marginadas en estas películas es una señal de progreso. El hecho de que este progreso incluso existe – en vez de que la representación sea la norma – es, sin embargo, intrínsecamente el resultado de los obstáculos en Hollywood iniciados por la perpetuación de estereotipos. Películas como “Turning Red” son cruciales para la representación asiática, pero su éxito se tambalea cuando consistentemente las películas siguen el patrón de dependencia sobre la imagen de individuos asiáticos y otros individuos de la comunidad BIPOC para el caso, como algo 100% humano. 

Inmediatamente, “La princesa y el sapo” viene a la mente. La primera princesa negra de Disney fue un sapo más que una princesa por la mayoría del tiempo en su propia película, “arrancada de sus cualidades humanas y haciéndola brincar como sapo frente a los espectadores más jóvenes y sus padres, quienes algunos se veían a sí mismos siendo representados como parte de las princesas de Disney por primera vez.” Kuzco, de la película “El emperador y sus locuras,” y Kenia, de la película “Tierra de osos,” son otros dos ejemplos de personajes quienes han caído en manos del mismo destino: el emperador inca se convierte en una alpaca, y el último niño inuit se convierte en un oso. Aún más reciente, la película de Pixar “Soul,” presenta a un pianista de jazz que se encuentra a sí mismo en la vida después de la muerte, repite el mismo patrón en el momento en que el protagonista negro se transforma en un gato de terapía por una porción de la película. 

Alguien me señaló sobre la posibilidad de que estos estudios de animación valoran el encanto y la alegre naturaleza de tener animales que hablan. Más allá de los protagonistas, las películas animadas para niños tienen un historial de incluir personajes secundarios de animales: Pascal, el camaleón en la película “Enredados”; Sebastian y Flounder, las criaturas del mar en “La sirenita”; y Gus y Jaq, los ratones en “La cenicienta.” Incluso la película “Valiente” sigue la misma transformación trágica de humano a animal cuando la madre de Mérida se convierte en un oso.  

No me malinterpreten; a mi me encanta un buen villano pavo real de Gary Oldman – especialmente uno que lamenta la cantidad de veces que tiene que “matar al mismo panda asqueroso.” A pesar de lo chisto que son las líneas, sin embargo, algunas veces quiero escucharlas desde el punto de vista de un humano, no de un pavo real.

“Turning Red” cuenta con un elenco y un equipo predominantemente asiáticos. Una cosa que la película sí hace bien es remitirse a las experiencias vividas como referencia para la construcción de la historia. A pesar de que algunos reseñadores han criticado que no se puede relacionar mucho con la película y que es muy angosta por motivo que la protagonista es una niña de 13 años, “el objetivo del cine es que te transporte dentro de la cabeza de alguien que nunca haz conocido para enseñarte algo sobre ti en el proceso. 

Un crítico de cine joven aplaude a “Turning Red” por su narración de la incomodidad e “incontrolable caos” que surge con el tema de la pubertad a través de los lentes de una adolencente china-canadiense. 

Dicho esto, la vida imita al arte – o tal vez el arte imita a la vida. De todas formas, es muy probable que Oscar Wilde esté de acuerdo con que la representación tiene poder. Nuestra percepción sobre nuestras vidas y sobre el mundo en el que vivimos está atada con el arte que creamos. Lo que vemos en pantalla puede afectar con un cambio en el modo que observamos a las comunidades asiáticas en la vida real. 

¿Se supone que hacer que las personas de color formen parte de la infama tradicional de Pixar de animalizar a sus protagonistas sea inclusivo? El golpe pega más fuerte debido a que la comunidad asiática ya se enfrenta con insultos racistas y crímenes de odio a diario. No hay ninguna necesidad para continuar con la conexión que es constante sobre los asiáticos y otros personajes de BIPOC con los animales. 

Hemos llegado lejos en términos de la representación asiática en la media, pero debemos progresar. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de quedarnos estancados en un estado donde un mensaje negativo es enviado a los observadores asiáticos jóvenes y viejos por igual. Y francamente, es uno deshumanizante.  

Zoë Lo tiene que arreglar cosas con Hollywood pero envía mucho amor hacia los creadores asiáticos que trabajan duro para convertir la representación en una realidad. 

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