BROOKE POLLOCK / EL NEXO DIARIO

Para muchas personas en Estados Unidos, el Día de Acción de Gracias es una de las festividades más importantes del año. Es conocido por la cena de pavo, jamón, puré de papas y pastel de calabaza. Esta celebración tiene su origen en la historia estadounidense, pero en las casas de familias inmigrantes, como las de México, la fiesta se celebra de una forma única, mezclando las costumbres de ambos países. Así es como las culturas se encuentran, se unen y se enriquecen, creando algo nuevo.

En mi familia, el Día de Acción de Gracias no es una fiesta como las demás. Aunque intentamos adaptarnos a las costumbres de Estados Unidos, decidimos mantener nuestras propias tradiciones. En lugar del tradicional pavo, nosotros preparamos tamales, uno de los platillos más típicos y representativos de la comida mexicana. En casa, cualquier ocasión especial y el Día de Acción de Gracias no es la excepción es la oportunidad perfecta para llenar la cocina de un aroma delicioso, el de la masa, los chiles y las carnes.

Cada año, mi familia se reúne para hacer los tamales. Sabemos que este platillo toma tiempo y esfuerzo, pero nos gusta hacerlo juntos. Mientras unos se encargan de poner la masa sobre las hojas de maíz, otros ponen el relleno pollo con mole, que es uno de los platillos más famosos de México y cerdo con salsa roja, otro favorito. Otros miembros de la familia se ocupan de envolver los tamales con cuidado. Aunque es un trabajo largo, es una tradición que nos une. Mientras lo hacemos, compartimos historias, nos reímos y disfrutamos de estar juntos.

El pozole también siempre está en nuestra mesa. Este es un caldo espeso hecho con maíz y carne de cerdo. Mi madre lo cocina en una olla grande, con los chiles secos y condimentos que le dan un sabor único. El pozole tiene un color vibrante y un sabor tan sabroso que se convirtió en el plato principal de la celebración. Es un platillo lleno de tradición, sabor y nos hace sentir más cerca de nuestras raíces en México.

No puede faltar el champurrado, una bebida espesa y cálida hecha con masa de maíz, chocolate y canela. Aunque el champurrado se suele asociar con las celebraciones de Navidad o el Día de Muertos, mi mamá siempre lo prepara cada Día de Acción de Gracias. Siempre decimos que el champurrado va perfecto con los tamales, por lo que se convirtió en la bebida ideal para acompañar nuestra comida. El sabor dulce del chocolate y la canela nos hizo sentir acogidos y conectados con las tradiciones de nuestra tierra.

A través de la comida, me di cuenta de que, en mi familia, Acción de Gracias puede tener muchos significados. La comida no define la celebración; lo que importa es el acto de agradecer. Agradecer por lo que tenemos, por estar juntos, por la familia, por la salud y por todo lo que hemos logrado. La festividad no depende de lo que está en el plato, sino de lo que está en nuestros corazones.

Al final, lo que aprendí es que, aunque no tengamos el pavo tradicional, lo que realmente importa es que nos reunimos como familia, celebramos lo que somos y agradecemos por todo lo que tenemos. La comida puede ser diferente, pero el sentimiento de unión y gratitud es el mismo. Y eso, para nosotros, es lo más importante.

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