
CORTESÍA DE FLICKR
En las elecciones pasadas del 2 de noviembre, quedó claro que los latinos jugaron un papel relevante en la victoria electoral de Donald Trump, candidato del Partido Republicano, sobre Kamala Harris, candidata demócrata.
Este cambio en los patrones de votación entre los latinos sorprendió a muchos, ya que históricamente habían sido votantes leales al Partido Demócrata. Este fenómeno ha generado confusión y numerosas preguntas sobre los motivos detrás de esta transformación.
Según reportó la BBC, basándose en encuestas a pie de urna, aproximadamente un 45% de los votantes latinos apoyaron a Trump. Dentro de estas cifras, se observó un fenómeno histórico: una brecha de género significativa entre los votantes latinos republicanos, donde un 53% de los hombres latinos votaron por Trump, en comparación con sólo un 37% de las mujeres latinas.
Visto desde ese contexto histórico, alcanzó la mayor participación del voto latino a nivel nacional que haya logrado un candidato presidencial republicano en la era moderna. No hay una sola respuesta a la pregunta que muchos han estado haciendo sobre el porqué la comunidad latina apoyó al candidato republicano de manera significativa en las pasadas elecciones.
La comunidad latina ha enfrentado una serie de desafíos económicos significativos: los costos de energía y de vivienda digna se han vuelto casi inalcanzables, y el precio de la canasta básica ha aumentado considerablemente, afectando especialmente a la clase trabajadora. Estos problemas generaron frustración entre los votantes, quienes esperaban que los demócratas los abordaran. Sin embargo, las respuestas del partido demócrata, basadas en métricas de éxito económico que no reflejaban la realidad, provocaron desilusión en la comunidad latina. Muchos sintieron que el partido había perdido conexión con las necesidades de la clase trabajadora y no estaba escuchando sus preocupaciones.
En este contexto de descontento, los discursos de Trump que destacaban la economía como el principal problema de Estados Unidos resonaron fuertemente con la comunidad latina, al enfocarse en problemas inmediatos y tangibles que afectaban su vida diaria.
Otro de los factores que resultaron en la popularidad de Trump entre los Latinos fue la crisis en la frontera.
Según las estadísticas, aproximadamente un 75% de los latinos percibe el creciente número de migrantes que buscan asilo como un problema importante, y una proporción similar considera que el gobierno está manejando mal esta situación.
Asimismo, la actitud descarada, cínica e imprudente de Trump es admirada por muchos Latinos quien a su vez no ven un problema en los insultos, comentarios derogatorios y racistas porque no se sienten pertenecientes al público al que esto va dirigido.
Se ha discutido cómo los demócratas tienden a asumir que merecen el voto de las minorías, sin hacer realmente el esfuerzo por ganarse el apoyo de estos grupos. Carlos Suárez, profesor de la Universidad de Florida en el departamento de Estudios Latinoamericanos, considera que los hombres latinos son igual de susceptibles a las actitudes misóginas y arrogantes de Trump que cualquier otro grupo racial de hombres. El profesor declaró: “Si los hombres blancos consideran a Trump un candidato apto, ¿por qué no lo harían los hombres latinos?” quien interpreta esto como una forma de asimilación cultural por parte de los hombres latinos.
La táctica de Trump al describir a los inmigrantes como “criminales” o “violadores” no solo busca generar miedo, sino también división dentro de la propia comunidad inmigrante. Algunos apoyan a Trump como una manera de diferenciarse de “los otros” señalados como peligrosos o indeseables. Esto margina a los inmigrantes ante la sociedad y fragmenta internamente las comunidades, creando una jerarquía simbólica donde quienes adoptan las ideas del trumpismo se perciben como “buenos inmigrantes”, más cercanos a la ciudadanía blanca y “respetable”.
Muchos inmigrantes que ya han alcanzado cierta estabilidad económica o legal tienden a distanciarse de los recién llegados, adoptando actitudes y prejuicios de la sociedad dominante en busca de validación. Sin embargo, esta dinámica perpetúa la desigualdad dentro de la comunidad latina y debilita los lazos de solidaridad que podrían servir como fuerza colectiva frente a la discriminación estructural. La sensación de superioridad que esto genera es falsa, ya que refuerza las mismas estructuras racistas y xenófobas que los oprimen.
Uno de los muchos motivos de este fenómeno electoral proviene del creciente resentimiento de los votantes Latinos hacia las nuevas olas de migrantes, específicamente de los que buscan asilo político provenientes de Venezuela, Nicaragua y Cuba. Especialmente con los cubanos que son considerados como “privilegiados” en comparación con otros inmigrantes.
Desde hace más de sesenta años, Estados Unidos ha otorgado a los inmigrantes cubanos privilegios especiales, como acceso al trabajo, asistencia social y ciudadanía, mientras que otros inmigrantes indocumentados enfrentan detención, deportación y la negación de derechos legales.
Resultando en este rechazo por parte de otros latinos que a pesar de llevar muchos años ilegalmente en el país, trabajando y pagando taxes viven en la incertidumbre, ya que todavía no cuentan con un camino claro hacia la ciudadanía.
Por otro lado, existe una dinámica interesante entre los recién llegados y los inmigrantes que ya llevan varios años en el país. Se ha observado una especie de actitud “nativista”. Se puede decir que, cada generación de inmigrantes intentó cerrarles el paso o dificultarles el camino a quienes llegan después
Esta idea se asemeja al dicho popular “el peor enemigo de un mexicano es otro mexicano”, que refleja cómo, dentro de la misma comunidad latina, pueden surgir divisiones marcadas por la competencia, el deseo de diferenciación y la búsqueda de aceptación en la sociedad estadounidense.
El apoyo de una parte de la comunidad latina a Trump no es necesariamente una contradicción, sino el reflejo de la diversidad interna del electorado latino. Bajo la etiqueta de “votante latino” conviven múltiples identidades, historias y perspectivas. Aunque muchos comparten una lengua y ciertos lazos culturales, sus valores y motivaciones políticas están profundamente marcados por experiencias personales y familiares que varían según el país de origen, la clase social o el proceso migratorio.
Reducir el voto latino a una sola narrativa es ignorar su complejidad. Los partidos que realmente deseen conectar con esta comunidad deben reconocer su pluralidad y entender que no existe un solo “votante latino”, sino una amplia gama de voces y realidades.