Un terremoto de magnitud 8.8 se registró a las 6:27 p.m. del lunes 29 de julio, a unas 866 millas (aproximadamente 1,394 kilómetros) al este de Yuzhno-Sakhalinsk, Rusia. El sismo ocurrió a una profundidad de 18 kilómetros bajo el lecho marino en el noroeste del océano Pacífico, lo que provocó una alerta inmediata de tsunami para regiones cercanas y distantes, incluyendo: Alaska, Hawái, Canadá y toda la costa oeste de Estados Unidos.
Según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés), el terremoto fue uno de los más poderosos registrados en la región en décadas. Debido a su ubicación y profundidad, las autoridades sismológicas advierten que el evento tiene un alto potencial de generar un tsunami con olas peligrosas para áreas costeras a miles de kilómetros del epicentro.
La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) emitió de inmediato alertas de tsunami para diversas regiones del Pacífico. En Alaska, se pidió a los residentes de zonas costeras evacuar hacia terrenos elevados. En Hawái, las sirenas de alerta de tsunami se activaron en todo el archipiélago; mientras que la Agencia de Defensa Civil solicitó a los ciudadanos mantenerse informados, preparar suministros de emergencia y alejarse de las costas.
Por su parte, en la costa oeste de Estados Unidos—que abarca los estados de California, Oregón y Washington—se emitieron advertencias preventivas. Ciudades como San Francisco, Los Ángeles, Seattle y Portland activaron protocolos de emergencia costera. Las autoridades locales pidieron a los residentes y turistas mantenerse alejados de las playas y estar atentos a los comunicados oficiales.
Chip McCreery, reconocido como uno de los principales expertos mundiales en tsunamis y miembro de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, advirtió en una entrevista: “Esta no es una amenaza menor; se espera que el nivel del mar se eleve hasta tres metros, impactando todas las costas del estado.”
El Centro de Alerta de Tsunamis del Pacífico (PTWC, por sus siglas en inglés) informó que las primeras olas podrían alcanzar Hawái en un lapso de 4 a 6 horas después del evento, y la costa oeste continental podría ver impactos menores entre 8 a 10 horas posteriores al sismo. Aunque aún no se confirma la formación de un tsunami de gran magnitud, la posibilidad de olas superiores a un metro en algunas zonas no se descarta.
La situación también generó preocupación en Japón, Corea del Sur y otras naciones del Pacífico occidental. Sin embargo, hasta el momento, no se han reportado daños significativos en esas áreas. En Rusia, las autoridades locales de Yuzhno-Sajalinsk y Vladivostok iniciaron evacuaciones preventivas y revisión de infraestructura crítica. Aunque el epicentro se localizó en aguas profundas y alejadas de grandes ciudades, el sismo fue perceptible en varias regiones del extremo oriente ruso.
La Guardia Costera de Estados Unidos y agencias locales de emergencia han iniciado patrullajes y medidas de contención. Se recomienda a la población mantener la calma, seguir instrucciones oficiales, y no propagar información no verificada.
En Santa Bárbara, autoridades universitarias y locales han emitido información tranquilizadora respecto a la advertencia de tsunami vigente en la región. Según un comunicado del Emergency Manager del campus de UC Santa Barbara, James Caesar, la situación está siendo monitoreada de cerca y no se esperan impactos significativos en tierra. Caesar compartió en un email que es importante mantenerse alerta a cualquier cambio. Desde ayer, muchas playas y puertos permanecen cerrados. Sin embargo, en Santa Bárbara, la alerta de tsunami ha expirado así mismo en toda la costa oeste de California, reabriendo playas y puertos importantes.