
BROOKE POLLOCK / EL NEXO DIARIO
Desde las rancheras hasta las baladas, la música mexicana refleja una forma de amar única en el mundo: intensa, dramática, y con pasión. Esto quedó claro cuando navegando por Tik Tok; me encontré con un video que captó mi atención. Este video hablaba sobre el concepto de ser “loved Mexicanly.” Al explorar los comentarios, descubrí que la idea surgió de las canciones románticas de México. Entre bromas sobre la “toxicidad”, también me encontré con temas humorísticos del video; tal como mi comentario favorito de un video, “Tenemos tanto amor que tenemos que compartirlo.” Pero lo que más me impactó fue la imposibilidad de traducir fielmente estas canciones al inglés. Ya se que traducir de un idioma a otro es difícil, por eso siento que la gente que solo habla inglés se está perdiendo lo que es escuchar y entender música en español, especialmente, la música mexicana.
Esta pasión no es casualidad, sino un reflejo de una cultura que vive el amor como un fuego. Basta escuchar las letras de canciones como “amor de mis amores” o “el amor de mi vida”, o ver telenovelas como Fuego en la Sangre, donde el amor y el odio se chocan con el drama operístico. Aquí, el amor no es emoción, sino destino. Algo que nadie lo encapsula mejor que Vicente Fernández, cuyo voz en “Para Siempre” eleva el romance a lo épico con versos como:
“Vale mas, un buen amor
Que mil costales de oro
Vale mas, un buen amor
Por eso eres mi tesoro.”
Fernández no solo canta, sino que encarna la devoción absoluta que define al amor “a la mexicana”. Las rancheras de Fernández a menudo enmarcan el amor como prueba de honor, donde la devoción pesa más que la riqueza material. Compárese con “Volver, Volver” en donde el protagonista sublica la reconciliación:
“Nos dejamos hace tiempo
Pero me llegó el momento
De perder
Tú tenías mucha razón
Le hago caso al corazón
Y me muero por volver”
Esto refleja bien el ideal mexicano, da entender que el amor no es fácil, pero merece la pena. Las actuaciones de Fernández, ataviado con trajes de charro, consolidando su estatus como “El Rey de la Música Ranchera”.
Para entender mejor esta intensidad, hay que explorar los géneros que la moldean. Empecemos con los boleros como “Sabor a Mi” (Alvaro Carillo) o “La Barca” (Roberto Cantoral) con su intimidad de guitarra y una voz rota, convierten el deseo en poesía. Las rancheras, “El Rey” (José Alfredo Jiménez) o “Si Nos Dejas” (Luis Miguel) mezclan junto el orgullo y dolor con trompetas que gritan. Estos sonidos no son solo música, sino rituales culturales. Y en las baladas, como “El Triste” (José José) o “Amor Eterno” (Juan Gabriel), el dolor se convierte en himno. Gabriel, por ejemplo, con la canción “Amor Eterno” captó la dualidad del amor. El oleaje orquestal de la canción y la crudeza de la voz hacen que el dolor suene intensamente.
Hoy, esa llama sigue viva. Grupos como Camila (“Mientes”) o Reik (“Noviembre Sin Ti”) heredan el drama con arreglos modernos, pero mantienen las metáforas incansablemente. Hasta en los artistas nuevos como Kevin Kaarl y Ed Maverick, sobrevive esa entrega total, pero ahora es con beats urbanos o sintetizadores. Kevin Kaarl, con su estilo indie-folk, lleva la nostalgia romántica a lo íntimo. En “San Lucas” una de sus canciones más emblemáticas, el amor se vive con una mezcla de dulzura y dolor, envuelto en una producción minimalista que conecta con el público joven:
“Dile ya a tus papás que no vas a regresar
Te vas con un loco que no te para de amar”
En cambio, Ed Maverick opta por una crudeza casi adolescente. En “Fuentes de Ortiz”, la desesperación suena sencilla pero devastadora:
“Si me dices para ti que soy
No dudaré en hacerte tan feliz
Eres especial para mí
Dime ¿por qué me haces sufrir?
Yo te olvidaré desde las Fuentes de Ortiz”
Maverick evita las metáforas grandiosas, pero su franqueza logra el mismo efecto, al hacer del amor una necesidad física. Lo fascinante es que ambos Kaarl y Maverick heredan la intensidad de los grandes pero la adaptan. Desde Jose Jose hasta Kevin Kaarl, la música mexicana sigue siendo un espejo del corazón.
Las guitarras pueden ser acústicas en lugar de rancheras, pero el fuego es el mismo.